Plinio Apuleyo Mendoza: “Al socialismo marxista lo ha derrotado siempre la realidad”
Plinio Apuleyo Mendoza: "Ni bajo las peores dictaduras se había visto una situación como la del papel periódico para los medios impresos". Foto Samuel Hurtado, cortesía El Nacional |
MARU MORALES
@morapin
El periodista
y escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza nació en Tunja, Colombia, en 1932.
Desde muy joven se vinculó con Venezuela de manera estrecha; su producción
literaria y periodística refleja su amor y preocupación por el país que lo
acogió cuando apenas contaba 22 años de edad, en plena dictadura perejimenista.
En esta
ocasión visita el país para participar en el encuentro internacional “América
Latina: La libertad es el futuro. El papel de las ideas en la transformación
económica, política y social para crear riqueza y reducir la pobreza”, que
organiza Cedice y que comienza hoy en Caracas. Sin importar a dónde lo lleve su
trabajo, se mantiene tan pendiente de su natal Colombia como de Venezuela; por
eso maneja con soltura los asuntos locales más domésticos.
“La Venezuela
de hoy tiene una inspiración en la ideología marxista, socialista. Se trata de
una ideología que fracasó el siglo pasado porque al socialismo marxista lo ha
derrotado siempre la realidad: evoca sueños, moviliza sueños pero luego la
realidad lo destruye. La única vía de desarrollo es con libertad política y
libertad económica. El modelo liberal se impone sobre el modelo socialista.
Cuba fue un sueño que todos compartimos, ¿y cuál es la realidad cubana hoy día?
Sencillamente desastrosa. Fue el tercer país de América Latina en el desarrollo
cuando llegó Castro, ¿y hoy dónde está? Penúltimo, antes de Haití.
—Si el
socialismo es tan malo, ¿por qué el gobierno venezolano insiste en imponerlo y
la gente sigue votando mayoritariamente a favor?
—Porque la
utopía socialista es testaruda y la gente es muy testaruda. La ideología es muy
bonita. Es muy bonito decir que vamos a acabar con la pobreza; la gente se
moviliza en torno a esos ideales. Pero la realidad demuestra que no solo no
acaba con la pobreza, sino que la pobreza sigue siendo la misma y la situación
económica del país está desastrosa: la inflación más alta del continente, la
producción agrícola por el suelo, la escasez es grande, la inseguridad es
tremenda. Al lado de todo eso están el discurso y las florecitas bonitas; ¡por
favor, hay que ver los hechos reales!
—El gobierno
venezolano insiste en que ante la crisis del capitalismo, la respuesta es el
socialismo bolivariano.
—Esa
respuesta es todavía peor que el capitalismo. Es una manera de revivir a un
muerto, que es el socialismo. Las pruebas están en el siglo pasado: eso fue un
desastre. Se cayó por sus propios defectos y problemas, no porque lo tumbaron;
¿para qué revivir eso?
—¿Qué
valoración hace del proceso incipiente de diálogo que se trata de instalar en
Venezuela?
—Pido perdón,
pero soy muy escéptico. A mí me parece muy bien que la oposición pudiera dar a
conocer sus puntos de vista y que el pueblo venezolano supiera lo que piensa la
oposición. Lo que escuchamos en todo el continente me pareció muy válido como
puntos de vista de la oposición. Ahora, no espero mayor cosa porque me parece
muy difícil que haya concesiones fundamentales; no sé, ojalá las hubiera.
Habría que dejar en libertad a toda esa cantidad de muchachos que han detenido.
Suspender esas acciones represivas fuertes, pero en el caso económico dudo
mucho que haya concesiones sustanciales. Este diálogo sirve para que se
conozcan las posiciones, está muy bien, pero no para que se den soluciones de
fondo para resolver los problemas, desgraciadamente.
—Entonces
usted no ve solución al conflicto por la vía del diálogo.
—Es que no
creo que el gobierno ceda en sus posiciones fundamentales.
—¿Y si no es
por la vía del diálogo, cuál es la opción que queda?
—No lo sé.
Nadie lo sabe. Esa es la pregunta que nos hacemos todos en el mundo entero:
¿para dónde va Venezuela? Porque por esta vía que lleva va mal, sin lugar a
dudas. ¿Cómo hacemos con un país profundamente endeudado, con una inflación
increíble, con una escasez alarmante, con la inseguridad más grande del
continente? Esa es la realidad de Venezuela, pero no veo que lo solucione el
gobierno, porque si se han dado esos resultados es precisamente por el empeño
de implantar el socialismo del siglo XXI.
—¿Qué le
falta a la oposición venezolana para lograr sus objetivos?
—Me parece
que hace falta más cohesión, que haya más unión. Si hubiera posibilidad de una
solución electoral pronto, creo que la oposición estaría en posición ventajosa,
pero esa opción no existe todavía. De todas maneras la oposición se ha hecho
sentir y la situación a la que se ha llegado con estas protestas tiene inquieto
al mundo entero. En cualquier país del mundo hay inquietud respecto a
Venezuela.
La cobardía.
Como buen periodista, a donde llega se ocupa de indagar en las percepciones de
la gente común acerca de la realidad. “América Latina está muy quieta con la
situación venezolana. Hay unas instituciones que han sido muy mediatizadas y no
están expresando el sentimiento real que existe en el continente. A donde uno
vaya encuentra mucha preocupación. La gente se pregunta cómo se ha llegado a
esto”.
—¿Y cómo
percibe el papel de los gobiernos ante el conflicto venezolano?
—Eso es otra
cosa. Los gobiernos son todos cobardes. Cobarde el gobierno de Colombia, sin
duda alguna, cobarde. A América Latina le ha faltado valor para denunciar, para
intervenir en defensa de la democracia, la libertad, de ciertos valores comunes
a todos. Los gobiernos tienen una política sumamente prudente y no toman cartas
en el asunto, se mantienen al margen.
—¿Les ha
faltado valor o han prevalecido otros intereses?
—También eso;
han prevalecido intereses, sin lugar a dudas. Una mezcla de ambas cosas. En el
caso del gobierno de Colombia, se espera que Venezuela participe en el proceso
de paz, le ha dado albergue a los guerrilleros; y eso lo lleva a tener mucha
prudencia, a no expresar nada que vaya a molestar al gobierno venezolano.
La izquierda
carnívora.
Mendoza fue gran amigo de uno de los fundadores del Partido
Comunista de Venezuela, Gustavo Machado, y de muchos otros dirigentes de la
izquierda venezolana del siglo XX. Las simpatías no le impidieron ver las
fallas del modelo.
“Hay dos izquierdas en América Latina: una que llamamos la
izquierda vegetariana; y la otra, la izquierda carnívora. La primera no
desconoce la libertad de mercado ni la libertad política, la segunda desconoce
totalmente la libertad de mercado y quiere sustituirla por una gerencia del
Estado en todos los campos, cosa que también lesiona la libertad política. Es
la izquierda de nuestro querido amigo el idiota latinoamericano (en alusión a
su libro Manual del perfecto idiota latinoamericano), un tipo que sigue
creyendo boberías; esa es una izquierda desastrosa. Es la izquierda venezolana.
La única fórmula que existe después de la caída del Muro del Berlín es el
modelo liberal, que respeta la libertad económica y política como único medio
de desarrollo. No es que sea mejor, es que es el único. Ahora, hay gente que
desea revivir una cosa que ya murió", afirma.
El desastre
—Usted fue
periodista en Venezuela en medio de una dictadura, ¿cómo ve la situación del
periodismo venezolano hoy en día?
—¡Desastrosa!
¿Cómo va a faltar papel? ¿Qué es eso? Es tan grave como la falta de papel
tualé. No es posible. Al periodismo no lo pueden acorralar por ese lado. Tener
periódicos como El Nacional que verse limitados a ocho páginas; eso no se había
visto nunca, ¡nunca! Ni bajo las peores dictaduras, nunca se había vivido; me
parece muy grave. Y somos solidarios y por eso se ha desarrollado esa campaña
en todo el continente, comenzando por Colombia, bajo el lema de “Todos somos
Venezuela”, y hay que apoyarla.
—¿Cree que
las limitaciones para acceder a las divisas que permitan comprar papel son
parte del gran problema económico o son parte de una estrategia bien pensada
contra la prensa?
—Creo que es
parte del gran problema económico, pero el gobierno podría hacer algo para
resolverlo y no hace nada. No tienen ningún interés en que se mantenga la
vigencia de esta prensa. Ojalá esté equivocado, pero es lo que pienso.
—¿Y el estado
de la libertad de expresión en Venezuela, cómo lo percibe?
—Muy
limitada. Aquí había canales de televisión que representaban una posición
opuesta al gobierno y han sido adquiridos, mediatizados, ya no tienen una
vigencia. En ese sentido hay una situación muy peligrosa en torno a la libertad
de expresión. El monopolio de medios de comunicación, de la radio, la
televisión y limitaciones a la prensa a través del papel. Todo eso indica que
ha habido una fuerte limitación a la libertad de expresión.
—¿Es posible
comparar la situación de la libertad de expresión y ejercicio del periodismo
venezolano entre el gobierno de Pérez Jiménez, el de Chávez y el de Maduro?
—No. En la
época de Pérez Jiménez no se escribía nada. No se admitía ninguna crítica. Yo
viví esa época como periodista en este país. No podíamos escribir ninguna nota.
Si alguien lo intentaba, se lo llevaban preso. Había una censura muy, muy, muy
fuerte. Pero ahora se inventan otras maromas, como lo que está pasando con el
papel.
El nuevo
idiota.
Plinio Apuleyo Mendoza llegó a Venezuela, sin duda, abatido por la
muerte de uno de sus más entrañables amigos, el premio Nobel de Literatura
Gabriel García Márquez. Pero ni eso, que ha sido un golpe tan fuerte para él,
le ha quitado el buen humor ni lo ha frenado en sus proyectos. A los 82 años de
edad llegó a la redacción de El Nacional con su nuevo libro, escrito en
colaboración con Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa: El nuevo idiota.
El texto
completa la serie iniciada con el Manual del perfecto idiota latinoamericano
(1996), Fabricantes de miseria (1997) y El regreso del idiota (2007).
"Tienen que
leer El nuevo idiota. El idiota no ha desaparecido y está más poderoso que
nunca en el continente y en España también. En Colombia también, tenemos un
alcalde que es el perfecto nuevo idiota. No es una reedición de los otros. Este
es un nuevo material. Hay un largo capitulo sobre Venezuela, Argentina, sobre
cada país del continente. Incluimos a España porque encontramos que allá
también hay unos cuantos", explica.
—¿Quién es el
idiota?
—El idiota es
ese hombre que cree todas esas cosas utópicas que se estrellan contra la
realidad. El que se la pasó siguiendo todo lo que decía Las venas abiertas de
América Latina que escribió Eduardo Galeano, que ahora ha dicho que se
arrepiente. En el Manual dijimos que el libro de Galeano era la biblia del
idiota. Ahora él dice que escribió ese libro cuando era muy jovencito. Lo que
poca gente sabe es que es un libro que tuvo 60 ediciones, que sirvió de guía a
una pila de idiotas en el continente y ahora el padre de esa biblia dice que
estaba equivocado y que se arrepiente.
Publicado en el diario El Nacional y en www.el-nacional.com, el jueves 24 de abril de 2014.
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